Te comes el coco, te desesperas, no sabes dónde meterte, no te quedan lágrimas de todo lo que has llorado, tienes calor y frío a la vez, no sabes en quién confiar, te mueres por dentro, tienes unas ganas enormes de que alguien hable contigo y te escuche atentamente pero ni siquiera tienes ganas de hablar, no sabes por qué haces lo que haces, ni siquiera sabes por qué estás aquí, no quieres comer, no puedes dormir, no tienes nada con lo que soñar, te lamentas por lo que pudo ser y nunca fue, te echas en cara mil errores del pasado, lamentas que las cosas hayan cambiado, te resignas porque nada puedes hacer por cambiarlas, sientes el impulso de hacer mil estupideces, de cometer faltas de las que te arrepentirás siempre, sientes una punzada de dolor al darte cuenta de todo lo que ocultas, de todo lo que siempre has ocultado y de lo que seguirás ocultando, te estremeces al pensar todo el mal que has causado y te sientes peor que antes, nadie te habla, nadie te escucha, nadie te mira, sientes que lo único que se aprecia de ti son tus defectos, tus múltiples y odiosos defectos, cansado como para seguir haciendo cualquier cosa decides meterte en la cama sin dar más explicaciones pues esta es la mejor forma que tienes para evadirte...Y así sin casi haberte dado cuenta ha pasado la noche y un nuevo día empieza, el sol brilla tras tu ventana, y te percatas de que tus males de ayer noche parecen lejanos; una parte de ti se alegra por esto pero otra se siente un poco de vergüenza. Con la garganta seca vuelves a mirar por la ventana y te recuerdas que tienes una nueva oportunidad, un nuevo día por delante.Nada de lo que sientes ha desaparecido: no vas a dejar de comerte el coco, no vas a dejar de desesperarte, no vas a encontrar un sitio en el que esconderte, no dejarás de llorar....
Estás tan convencido de que las cosas no se arreglan solas como de que cada día que amanece es una oportunidad para hacerlo tú mismo.
Y, lo de anoche, solo un mal día :)
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